Compré dos Apple Watch ¿Me arrepentí? Quizá. Pero al menos aprendí algo.
1. Un diseño que no evoluciona
El Apple Watch ha recibido críticas desde prácticamente el día en que salió al mercado. Y ni hablar de la postura de muchos entusiastas del mundo relojero: para muchos, los smartwatch son dispositivos, gadgets, no relojes. Sobre eso no me pronuncio tan tajantemente, pero esa ya es otra historia.
La cuestión es que el Apple Watch se repite generación tras generación. Estéticamente es prácticamente igual, y los cambios son, en realidad, irrelevantes. Todo se centra en más sensores y en el software.
Yo uso computadoras Mac (de hecho, estoy escribiendo este artículo en una). También uso un iPhone (después de años con Android, pero la calidad del video me ganó el corazón y la preferencia). Entonces, tendría cierta lógica comprar un Apple Watch, ¿no? Así que no compré uno, sino dos: un Apple Watch SE y un Apple Watch… ¿8? No tengo idea, son todos iguales. El primero tuvo un precio relativamente razonable (relativamente, porque barato no fue), pero el otro fue claramente caro: más de 500 dólares. Ni qué decir que un Huawei cuesta la mitad y tiene, sin exagerar, unas diez veces mejor batería. Pero, de nuevo, esa es otra historia.

Creo que el primer problema con el Apple Watch es que hoy me parece el dispositivo más genérico e insípido que hay. Cada vez menos gente usa reloj, los que lo hacen tiene smartwatches y muchos -no sé si la mayoría, tampoco los he contado- portan un Apple Watch. Entonces todo el mundo parece clonado. Lo único que realmente distintivo, a veces, es el tipo de correa que le pongas, no el reloj en sí. Me parece una de las decisiones de diseño más aburridas que he visto en años. En la presentación se dijo que se contó con la asesoría de expertos del mundo relojero y que se respetó la historia horológica y blablablá. Ahora pienso que, si de verdad hubo asesores, o no les hicieron caso, o les dijeron exactamente lo que querían oír.
2. ¿Es útil? Depende (mucho)
En fin. El Apple Watch quizá (y un quizá muy quizá) tenga un lugar en la historia de Apple y de los dispositivos electrónicos. ¿Pero en el mundo de la horología? No lo sé, pero sinceramente lo dudo.
¿Que debe ser un dispositivo utilísimo? Bueno… depende. Depende para qué y para quién. Primero, las cosas como son: soy más sedentario y barrigón que Homero Simpson. Me importa un rábano el número de pasos que doy, los entrenamientos, el GPS, las rutas, los mapas… ¿Y la monitorización de mi salud? Bueno, la bolsa de frituras que me aguarda mientras veo alguna serie en streaming es suficiente recordatorio de que mi salud no es óptima. Y a menos que me ponga en serio a ejercitarme, bajar de peso y todo eso -lo cual no es precisamente mi prioridad actual- el dispositivo no me sirve de gran cosa.
¡Ah! Pero alguien dirá que necesita monitorización médica y que es incluso una necesidad de saludo. ¿En serio? ¿Ya se leyó aquella parte de las advertencias que dicen «este no es un instrumento de medición médica»? Así que si te da un infarto y el Apple Watch no te avisó es tu culpa: ellos te dijeron que para eso no sirve desde el primer día.
¿Y para los deportistas? Francamente un Garmin Fenix 7X Pro, el Suunto 9 Peak Pro o incluso un Coros Vertix son opciones mucho más sólidas.
Entonces ¿cuál es su utilidad o ventaja real? ¿Cambiar canciones desde el reloj? ¿Para qué, si puedo hacerlo desde los AirPods? ¿Tomar fotos? Es increíblemente incómodo: es más fácil hacerlo como siempre. ¿Ver el clima? ¿En serio? ¿Recibir por enésima vez una vibración porque mi tío Clodomiro mandó un sticker de “¡Buenos díiiiiiias!”, una llamada de estafa sobre un supuesto cobro de una tarjeta de un banco en el que jamás he pisado, o el enésimo correo del día? No, gracias. Ya estoy harto de recibir notificaciones. Y cuando no es eso, es el maldito recordatorio de ponerse de pie. En serio, a veces siento que el smartwatch es un grillete electrónico. Se supone que es para mejorar nuestro bienestar, pero a mí lo que me da es malestar y ammmmsiedad (así, con “m”).

3. La falsa personalización
Oye, pero puedes cambiar las carátulas y personalizarlo. Claro que sí, pero solo dentro de los límites que te deja Apple, porque como ellos son los magos de las interfaces y el diseño, y uno es un estúpido ignorante, “no vayas a arruinarles la estética del dispositivo”. Entonces, te dan una supuesta libertad, pero en realidad es bastante restrictiva, y para ser sincero, muchas veces los diseños son francamente horrorosos o simplemente no me interesan en lo más mínimo. Admiro profundamente a las comunidades afrodescendientes, pero honestamente no me voy a poner una carátula celebrando algo que respeto, sí, pero a lo que no pertenezco. Creo que lo más interesante son las carátulas de Snoopy y desde luego ya quiero ver lo creíble que seré en una reunión directiva con ese diseño.
Y bueno, más allá de todo eso (sin mencionar el monitoreo de sueño, que tampoco me sirve para nada), la funcionalidad —para mí— se reduce a poner temporizadores que uso mucho para cocinar… y poco más. Porque incluso ver la hora puede ser molesto: o mueves la muñeca en la dirección exacta, o te arriesgas a drenar la batería con el “always on”. Y para eso me puedo conseguir un reloj Casio que vale la décima parte o, de nuevo, hacerlo desde el teléfono.
4. La batería: el gran desastre
Ah, y por cierto, si todo lo anterior no fuera suficiente, aquí viene el GRAN tema: la vida de batería es verdaderamente ridícula, y el tiempo de carga, para morirse. Puedes traducir a Heidegger al nigeriano durante ese lapso.
Así que mis dos Apple Watch están arrumbados en un cajón. Y cada vez que los saco, recuerdo exactamente por qué acabaron ahí.

5. Un reloj desechable (y no debería serlo)
Alguna vez hubo quien se quejó de que los Swatch eran relojes desechables. Bueno, al menos se les puede cambiar la batería y su precio es definitivamente inferior al del Apple Watch. Y esos sencillos relojes suizos sí que dejaron una marca indeleble en la industria relojera —sin mencionar que quizá hasta la salvaron—.
Así que, francamente, no vuelvo a comprar un Apple Watch que, por cierto, sí es por definición un dispositivo desechable. Porque aunque la batería durara (que no durará, y cambiarla es un engorro), el reloj solo tiene garantizadas actualizaciones del sistema operativo por cinco años. ¡Y todavía lo presumen! Un reloj decente, mecánico —de cuerda o automático—, con cuidados mínimos puede durar al menos TRES GENERACIONES, si no es que más. ¿Y Apple viene a decirnos que su reloj “dura” cinco años? De verdad, o creen que somos tontos, o su público objetivo está completamente disociado y alejado de la tradición relojera (esa que tanto presume Tim Cook). Y entonces da lo mismo.
¿Me arrepiento de haber comprado estos Apple Watch? Sí y no. Sí, porque con ese dinero pude haber adquirido relojes mucho más interesantes. Pero no fue una pérdida total, porque ahora sé exactamente de qué se trata y puedo hablar con conocimiento de causa, no de oídas.
En resumen: yo no uso un Apple Watch. Aunque lo tenga.



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